Conforme avanza la reapertura del país en esta nueva fase, se vienen imponiendo con ahínco nuevas soluciones tecnológicas que no solo tienen como fin minimizar el riesgo de contagio, sino también permitir que la recuperación económica se dé dentro de un marco de oportunidades. 

Como consecuencia, la identidad del usuario tomó gran relevancia desde el inicio en la pandemia, puesto que fueron las operaciones remotas, en su momento, el único escenario de los que se podía sostener la productividad empresarial. 

El teletrabajo planteó, entonces, un elemento clave pero a la vez crítico para muchas organizaciones: la ciberseguridad. Este vuelco a la virtualidad tuvo un impulso drástico y prácticamente obligatorio que no solo aceleró los procesos tecnológicos en pro de las productividad, los ciberdelincuentes tuvieron también un escenario de altas vulnerabilidades relacionadas con la identificación y autenticación digital. 

Por su parte, la identidad digital distingue entre la información que el usuario revela expresamente y la que, mediante acciones, es calculada e inferida gracias a la analítica de datos. Es allí en donde la tecnología juega un papel de gran importancia con respecto a la trazabilidad de la información, que en la actualidad exige un aspecto fundamental: la seguridad. 

En concordancia, la biometría ha sido la respuesta garante para la protección de identidades, y cuya solución está siendo adoptada por distintas plataformas y sectores, que varía su robustez de acuerdo a las necesidades requeridas; de allí que la digitalización de servicios no solo deba ofrecer una experiencia rápida, ágil y segura. 

Por su parte, la autenticación amplía el alcance de la información de identidad para que se dé de forma efectiva; lo que, sin duda, reduce el riesgo de fraude, gracias a la información almacenada en los dispositivos personales, que es contrarrestada con los datos biométricos, los cuales se dan desde distintas categorías. 

  • Las mediciones fisiológicas: que hacen referencia a las huellas dactilares, reconocimiento del iris y todo lo que comprende el análisis morfológico.
  • Las mediciones de comportamiento: que aluden el reconocimiento de voz, dinámicas de pulsaciones, gestos, e incluso los sonidos de los pasos.

No es cuestionable que la gestión de la privacidad sea el motor en la gestión de la identidad digital y que ahora este término ya no solo esté relacionado con el ámbito empresarial sino que su realidad sea mucho más amplia; pues la digitalización de la información, desde el punto de vista económico, permite reducir costos y mejorar la productividad sin discriminar ningún sector; a la vez que proporciona nuevas formas de servicio como la eliminación de barreras de acceso, tiempo, y por lo tanto, un uso eficiente y masivo.

Invertir en soluciones que permitan asegurar que la persona sea quien dice ser es un nuevo reto que ha impuesto nuevos estándares de seguridad; la verificación de la identidad, combinada con la validación y la autenticación efectiva proporciona procesos de confianza, fiables y sólidos que, mediante la implementación determinante de las nuevas tecnologías, asegurará el futuro productivo del país.

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